Defensa de las matronas de parto en casa

La atención al parto es como es, porque, per se, es difícilmente monetizable y/o escalable en los ingresos que puede proporcionar.

Cuando alguien habla del “dineral” que se llevan matronas independientes de parto en casa, básicamente, no tiene ni la más remota idea de lo que está hablando.

No conozco a, literalmente, ninguna matrona que trabaje de forma independiente y sea medianamente “rica”. Sí conozco otros perfiles profesionales dentro del ámbito de la salud. No creo que hacerse rico deba ser el objetivo vital de nadie, pero que, si lo fuese, tampoco nadie en su sano juicio, diría “buah, matrona de parto en casa, es la clave”.

El parto normal se da entre la semana 37 y la semana 42 de gestación. No empieza de golpe. Es difícil de determinar cuándo se inicia el trabajo de parto y cuando termina, porque forma parte de un contínuum.

Ahora que trabajo por proyectos en una parte de mi actividad profesional, tengo muy claro cuando “cierro” una entrega. ¡Qué paz mental! Cómo matrona, si trabajase en parto en casa, ¿cómo tendría que cobrar mi trabajo?

La mayoría de las matronas de parto en casa cobran en torno a 1800 a 2500 €, en España, incluyendo en ese pack más o menos servicios. Suele incluirse aquí, no solamente el material, sino las horas de asistencia al parto y las horas de guardia localizable, y a menudo, las visitas pre y postparto a domicilio… que son unas cuantas.

Son 840 horas de guardia localizable. De día y de noche. Imaginémonos que pagamos la hora de guardia a 5 €, lo cual ya sería un precio bastante ridículo. 840 x 5 = 4200€.

Y aquí solamente estaríamos hablando de la guardia localizable, no de la asistencia al parto propiamente dicha. Imaginémonos ahora un parto que dura unas 12 horas. No es nada fuera de lo habitual. Pocas veces una matrona de parto en casa está menos de 12 horas en casa de la mujer.
Pongámosle 30 € la hora (360 €), pongámosle 40 € la hora, que es el precio medio por hora de los talleres mecánicos en España, según san Google, (480 €), o pongámosle 90 € hora que te cobran en un taller de alta gama (1080 €). Sea como fuere, la cosa se nos está yendo a cerca de 5000 €, y no hemos todavía incluido el material.

Lo bueno, es que suele hacer falta poquito material en un parto en casa, pero tienes que tenerlo disponible, y tienes que amortizarlo. Pero vamos a ser justos, y pongámosle unos 200 € de material entre fungibles y amortización del no fungible.

5200 €. Un solo parto.

He puesto 5 € la hora de guardia localizable. Cuando trabajaba en un hospital de cuyo nombre no quiero acordarme, se me pagaba a unos 100 € brutos la guardia localizable de 12 horas. Es decir, 8,30 €/hora. Vamos, que estaríamos hablando ya de 7000 € de guardia localizable, más todo lo demás… Unos 8000 € por parto.

Pero las compañeras que se dedican a esto cobran menos de 3000 € vayas a donde vayas a España en 2023, por un compromiso social de no convertir el parto en casa en algo elitista, entendiéndolo como un derecho humano.

Esto, además, lo hacen a menudo sabiéndose y sintiéndose señaladas socialmente por hacer cosas que para la mayoría se interpretan como peligrosas. Que aquí opina hasta el apuntador.

Las rodea un aura de escepticismo, las tachan de locaschamánicas, y pocas veces alguien les reconoce su rol social, por no hablar de su rol científico y profesional.

No me dedico al parto en casa. No lo hago porque no crea en ello, que lo hago, sino porque me parece extremadamente sacrificado. Porque no tengo tanta vocación, y mira que tengo mucha.

En los pocos partos en casa en los que he estado (e insisto, que he ganado 0 € con ello), os aseguro que han sido de las experiencias más bonitas y satisfactorias de mi vida.

Aquí tienes uno de los primeros en los que pude estar como videógrafa, donde nació Roc en un precioso y rápido parto, gracias a su maravillosa madre:

Luego me voy a dormir y puedo apagar el teléfono, y sé que mis compañeras que se dedican a esto no pueden hacerlo, y se me pasan las ganas momentáneamente de meterme en ese berenjenal.

Menos mal que existen, porque el día de mañana, si se dan las condiciones para ello, me gustaría parir en mi casa.

Desconozco si está recogido el porcentaje, pero conozco muchísimas más matronas que han parido en casa, que matronas que asisten parto en casa, y proporcionalmente, el porcentaje de matronas que paren en casa es, al menos acorde a mis impresiones, infinitamente mayor que el del resto de mujeres.

Tengo varias explicaciones para ello, si bien, ninguna está recogida científicamente. Así que permitidme que me apoye en la barra del bar y os cuente desde mi opinión:

Las matronas vemos la fisiología.
A pesar de lo que muchos piensen, no solamente vemos los partos bonitos, porque estamos en todos los partos, ya sea como profesionales de primera o de segunda línea (según a quién le preguntes)… pero estamos en todos.
En los que va bien, probablemente estaremos acogiendo por primera vez al bebé con nuestras manos. En los que no van bien, probablemente estaremos cogiendo a la madre de la mano. Pero estamos. Así que nuestra visión es amplia, porque ha visto todo: la cara buena, la mala, y la intermedia.
Nuestra formación, además de integrar conocimientos teórico-prácticos sobre lo que sucede, desde el punto de vista de la fisiología, biomecánica, o incluso anatomía en el parto, incluye formación de corte humanista. Formación transversal en ramas como la psicología, la sociología, historia, … Se nos entrena en pensamiento crítico, en derechos humanos, en metodología de la educación para adultos, entre otros. Por supuesto, habrá por quien pase la formación sin pena ni gloria, pero también habrá quien se empape hasta las bragas, como en cualquier ámbito.
Por lo tanto, tenemos una concepción bastante amplia del nacimiento, y tenemos algo, en general, clave: confianza.

Confianza, concretamente, en la capacidad de las mujeres para dar a luz.
Porque es el eje de nuestra profesión y sin esa confianza, no podemos ejercer.
Así que, como hemos visto muchas y muchas mujeres dar a luz, entendemos que nosotras podemos. Y que, si no podemos, será algo que tampoco podremos controlar, y que, en todo caso, debemos soltar.
O al menos, lo intentamos.

Por ello, creo que muchas matronas optan por parir en sus casas: para poder controlar todo lo que pueden controlar, para poder escoger quien las asiste, y para darle una bienvenida más acorde a sus sentimientos a su bebé.

No creo, para nada, que tenga que ver con estadísticas sobre seguridad, a pesar de que se sopesen y tengan en cuenta.

Entendemos que las cosas que son evitables, las podremos evitar, casi siempre, y otras, no podremos hacerlo en ninguna parte ni con la mejor de las tecnologías.

Es complejo.

Y sé que mi visión puede que no sea compartida por muchas compañeras… pero, chica, es la mía y esto es mi página. He venido a hablar de mi libro.

Hospitales y partos

Volviendo al punto inicial, en lo que a la parte económica concierne:
En un hospital, el principal proceso asistencial, es el parto. Salvando casos concretos, si miramos cifras a nivel de cualquier país, y cómo no podría ser de otra manera, esto quiere decir que lo que más hay, son partos. Más que cualquier otra cirugía o proceso.

Es lógico, es, junto con algunas muertes, el único proceso fisiológico y natural que decidimos trasladar a un centro pensado para asistir patologías.

Los hospitales son maravillosos. Llevo años trabajando en hospitales y lo disfruto muchísimo. En los hospitales se salvan vidas. No estoy diciendo que los hospitales sean el demonio, ni que quiera que los hospitales ardan en el infierno. Ruego lectura pausada y crítica.

Pero los hospitales fueron pensados para asistir enfermos. De hecho, son un intrincado sistema que funcionan como una pequeña ciudad. Son muy complejos. Los procesos asistenciales requieren de múltiples perfiles profesionales interaccionando entre sí, pero escalando esto a los cientos o miles de procesos asistenciales que pueden estar sucediendo a la vez en cualquier hospital, por pequeño que sea.

El parto, sin embargo, requiere de un tipo de gestión radicalmente diferente al que podemos hacer con la mayor parte de las patologías.

Hay partes del parto que sí son temporalizables, en tanto a que, si una mujer requiere que le administremos un antibiótico, sí, efectivamente, eso tendrá una temporalidad. Cada 4 o 6 horas, tendremos una dosis. ¿Pero todo lo demás? ¿Es encasillable y programable, o lo estamos llevando a esa programación por supervivencia y necesidad de gestión?

Un hospital no sabe cuántos bebés van a nacer en un día. Así que no sabe qué número de personas necesita trabajando en ese momento. Los recursos humanos en una sala de partos son probablemente el mayor dolor de cabeza de cualquier gestor hospitalario. Porque se hacen normalmente con una media anual, pero todos sabemos que hay días en los que tienes 2 partos y días en los que vas a tener 5 y de los cuales igual 2 o 3 son a la vez.

Por desgracia, si vemos esto desde un punto de vista social, en el sentido de priorizar las necesidades mayores sociales frente a las individuales, esto implicará que, per se, en ese sistema, hay que programar de cierta manera los partos. Hacer parir a alguien. Así de duro como me lo lees, pero es así. Y no te voy a mentir, yo misma me he visto en esa situación de tener que gestionar una sala de partos más por una conveniencia de gestión que por lo que las mujeres pudieran necesitar en ese momento. Y con conveniencia, entiéndeme, no hablo de que me apeteciera comer, ir al baño, o ir a dormir. Hablo de saber que en el turno de noche se quedará sola una compañera y no “puedo” dejarle 4 o 5 mujeres para ella, porque eso es todavía menos seguro que “ayudarle a alguien a parir”. Es duro de leer. También de vivir. Pero ¿tú que prefieres ser, la mujer a la que le rompen la bolsa para acelerarle el parto, o a la que tienen que dejar sola 6 horas en dilatación completa porque no hay nadie para asistirla? Ninguna. No quieres ser ninguna… Que sería lo suyo. Pero esto a veces pasa.

Al parir en casa, te estás garantizando, sí o sí, por menos de 3000 €, que una o dos matronas (lo más habitual es ir de dos en dos) estén por y para ti. Además, si o sí las conocerás de antemano.

Parir con quien conoces

Que el parto es un acto sexual, e igual que no me parece que para cualquiera sea fácil ni asequible disfrutar igualmente con alguien que no conoce de nada que con alguien con quien tiene confianza, te digo que es más fácil parir con alguien que tú conoces y en quien confías.

Mucha gente se estará escandalizando leyéndome comparar el parto con un acto sexual, sobre todo desde una visión del parto como un proceso mecánico por el cual se obtiene un bebé. En muchos libros de medicina, se refieren al bebé como “el producto”. Las palabras tienen importancia.

¿Podemos abordar el parto desde el mecanicismo? ¿Es posible trasladarlo a meras cifras? En ciencia, y gestión, necesitamos cifras. Pero los humanos necesitamos mucho más que eso. Hemos convencido a muchísimas mujeres de que lo más seguro para ellas es dejarse siempre en manos de profesionales. No tengo reticencias en recomendarle a cualquiera que de a luz con un profesional, ni que invierta tiempo en cuidados guiados por personas que han estudiado para ello. Pero, ojo, porque el proceso sigue siendo propio, y esto lo estamos perdiendo.

Cuando una mujer traslada el locus del «control» del nacimiento hacia un tercero, al menos en su parte controlable, abandona con ello a menudo parte de la responsabilidad, si no toda, de lo que implica en primera persona el nacimiento de su bebé. No culpo a nadie, simplemente, analizo.

Y en el parto en casa, sin embargo, no he visto este patrón.

Es responsabilidad de los profesionales que asistimos nacimientos hacerle entender a quién dude de ello que el parto es suyo, y no nuestro. Cómo un entrenador no puede ir a correr una carrera por sus entrenados, ni debería perseguirlos para que entrenen. Lo contrario es infantilizador, además de tremendamente poco efectivo.

Pero los primeros que nos hemos pensado que teníamos que arrebatar ese poder a las mujeres fuimos los sanitarios y profesionales del nacimiento (o una buena parte de nosotros), pensando que de esta manera haríamos más seguro el proceso. La intención fue buena, a dónde hemos llegado, no.

Parto y otros procesos

Comparando la asistencia la parto con otros procesos asistenciales, esta requiere mucho menor gasto en fungibles o material en general. La mayor parte de las cirugías requieren de aparatos, cada vez más sofisticados, cada vez más caros, y, por qué no, cada vez más útiles y mejores. No vamos a negar que el avance de la cirugía, y particularmente la cirugía robótica y mínimamente invasiva, es probablemente una muy buena noticia.

El problema es cuando el mundo pareciera centrarse más en la hiperespecialización que en abordar problemas que, desde el punto de vista epidemiológico, nos afectan muchísimo más como sociedad. Y al parto, de nuevo, me refiero.

No digo que no haya que seguir avanzando en desarrollo tecnológico para las cirugías, sólo me pregunto, si me permitís, con un poco de sorna, la duda de porqué avanza esto a pasos tan agigantados mientras la atención al parto parece ir, en ciertos aspectos, muy a peor.

En la cirugía hay enormes intereses económicos detrás. Las farmacéuticas invierten millones cada año en desarrollar productos. Se genera un ingente movimiento de dinero. Relacionado con los productos, ojo, no con las personas. Una vez más, todo este tipo de inversiones, buscan generar ingresos a gran escala mediante la venta de productos, no precisamente gastando dinerales en recursos humanos, porque se ve como infinitamente menos rentable (y probablemente, así sea).

Además, la mayor parte de ellas, son programables. Tal día a tal hora, te vienes. Tendremos todo programado. Sabemos, exactamente, cuanto va a durar. Nada es 2+2 son 4 en sanidad, por lo que los tiempos pueden alargarse, pero cuando hablamos de cirugías simples, las más habituales, los tiempos son bastante estandarizados. Al menos bastante más que en lo que compete a la atención a un parto normal, que puede tener una duración extremadamente variable.

Esto le permite a quien organiza los recursos humanos, tener disponible en sala de operaciones a tantas personas como va a realmente necesitar. A menudo tampoco es que sobre gente, pero las comparaciones son odiosas. He llegado a contar en una cesárea a 12 personas trabajando a la vez, y ninguna sobraba, cuando he asistido muchos partos sola, y lo más habitual es que esté sola con otra Auxiliar (técnico en cuidados auxiliares de enfermería). Tampoco es que haga falta más para un parto, pero sorprende la ratio.

Presencia

Otra consideración en relación con los partos es que el simplismo nos lleva a pensar que lo único relevante es el expulsivo. De hecho, lo más habitual es que la gente se quede con ese momento del parto, y yo misma acabo de hacer alusión a ello al referirme a la asistencia solamente con una compañera al lado. El caso está en que en cualquier sala de partos pasan bastantes más cosas.
Por un lado, aun teniendo a una sola mujer, el hecho de poder estar, con todo el significado que tiene esa palabra, marca la diferencia.
Cuando estás malito, no quieres que alguien te esté dando la brasa todo el rato, pero quieres saber que alguien está ahí por ti. Igual con el parto.
Las mujeres no deben ser invadidas mientras dan a luz, pero sentirse protegidas y cuidadas es clave para que la cosa funcione como debe. No puedo, humanamente, tener la misma implicación en el parto de alguien a quien acabo de conocer, que al asistir el parto de una mujer a la que he acompañado durante su embarazo. No puedo, humanamente, multiplicar mi capacidad de atención, y habré de suplir mi falta de presencia con tecnología cuando tenga que asistir a 2 o 3 mujeres en trabajo de parto a la vez.

Y todo esto, sin tener en cuenta que hay actividad programada concomitante en la mayoría de las salas de parto, a menudo poco compleja, pero que ocupa tiempo y sobre todo, ocupa un espacio mental. Al final, no es raro que porcentualmente, el agotamiento mental provenga más de la gestión de la sala de partos, que de asistir los partos como tal. Es decir, organizarte de forma que puedas llegar a todo:

Como si «solamente» llevar, acompañar, estar…en un parto no fuera lo suficientemente importante.

Cuando estás en un parto en casa, las matronas no están todo el rato tocando, o hablando con la mujer. Por supuesto que no. Pero están. “De cuerpo y alma” si me lo permitís, si bien la neurociencia ya ha denostado esa falacia separatista.

Y esa es la clave del asunto. Estar.

Por todo esto, porque las necesitamos, porque implican que todavía quedan personas que anteponen sus creencias y el amor por los cuidados y otras mujeres incluso a su propio bienestar y descanso, porque implica que todavía hay una gran parte de la sociedad que cree en la calma, la pausa, y la paciencia… Defiendo y defenderé a las matronas de parto en casa. También, por supuesto, en mi egoísmo las defiendo, porque espero algún día necesitarlas.
Queridas compañeras, sois la última de las resistencias, os admiro muchísimo.

¡GRACIAS!

Si eres matrona titulada, de parto en casa, puedes dejar el enlace a tu web / contacto en comentarios en esta entrada del blog.

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